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Cómo evoluciona el sistema inmunológico para combatir las nuevas variantes del COVID-19
En los últimos meses la comunidad científica investiga si las variantes del coronavirus causante de la pandemia por COVID-19 pueden ser más infecciosas que el original. En su arduo trabajo, han comenzando a encontrar algunos signos de esperanza en el lado humano de esta interacción microbio-huésped. Al estudiar la sangre de los sobrevivientes de COVID y de las personas que han sido vacunadas, los inmunólogos están aprendiendo que algunas de las células del sistema inmunológico, que recuerdan infecciones pasadas y reaccionan a ellas, podrían tener sus propias habilidades para cambiar, contrarrestando mutaciones en el virus . Lo que esto significa, piensan los científicos, es que el sistema inmunológico podría haber desarrollado su propia forma de lidiar con las variantes .
“Esencialmente, el sistema inmunológico está tratando de adelantarse al virus”, explica Michel Nussenzweig, inmunólogo de la Universidad Rockefeller, quien realizó algunos estudios recientes que rastrearon este fenómeno. La idea emergente es que el cuerpo mantiene ejércitos de reserva de células productoras de anticuerpos además de las células originales que respondieron a la invasión inicial del virus SARS-CoV-2. Con el tiempo, algunas células de reserva mutan y producen anticuerpos que son más capaces de reconocer nuevas versiones virales. “Es un mecanismo realmente elegante que hemos desarrollado, básicamente, para poder manejar cosas como variantes”, precisa Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington
En abril pasado, cuando la pandemia estaba alcanzando su primer pico en la ciudad de Nueva York, Nussenzweig y sus colegas entraron en acción y comenzaron a recolectar la sangre de los sobrevivientes de COVID. Hubo informes tempranos inquietantes de reinfección y disminución de anticuerpos, y los científicos querían comprender durante cuánto tiempo el sistema inmunológico podría mantener su capacidad para responder a la nueva amenaza. Tomaron muestras de sangre de personas que habían sido afectadas por el SARS-CoV-2 un mes después de la infección y luego nuevamente seis meses después. Lo que encontraron fue alentador.
La sangre recolectada en una fecha posterior tenía niveles más bajos de anticuerpos circulantes, pero eso tenía sentido porque la infección había desaparecido. Y los niveles de las células que producen anticuerpos, llamadas células B de memoria, permanecieron constantes o incluso aumentaron en algunas personas con el tiempo. Después de una infección estas células permanecen en los ganglios linfáticos del cuerpo y mantienen la capacidad de reconocer el virus. Si una persona se infecta por segunda vez, las células B de memoria se activan, producen anticuerpos rápidamente y evitan que el virus cree una segunda infección grave.